lunes, 28 de octubre de 2019

Empecé a vislumbrar a la Ariadna más temprana de todas, la Ariadna que ya en Creta se la identifica como la Señora del Laberinto. Esa Ariadna pertenece a un antiguo período matrilineal de culto a la diosa-madre. No es solamente una muchacha mortal, que es la amada de Teseo, ni tampoco alguien convertida en diosa por su relación con el dios Dioniso. Es inmortal por sí misma. Ella no es una mortal que se convierte en inmortal, sino una inmortal que las tradiciones posteriores han convertido en mortal. Ariadna es una de esas diosas prepatriarcales que suelen intercambiar sus papeles continuamente, en modos desconcertantes, ya que ellas son mujeres que actúan en su condición de mujer.
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Ariadna es una de las Grandes Madres, una destacada diosa de Creta. Como tal, ella lleva el título de la Poderosa, la Señora del Laberinto, la Intocable. Preguntar quién es Ariadna, seguir el hilo hasta el final, nos lleva al centro del laberinto y en el centro encontramos a la misma Ariadna.
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Como una de las madres-diosas antiguas, Ariadna es algo más que una diosa simplemente vegetal. La visión es mucho más profunda y extensa. Ella no sólo está conectada a la vida animada, a la vida natural, sino al ánima, al alma.

Christine Downing. "La Diosa. Imágenes mitológicas de lo femenino".

Imagen: Pamela Matthews








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