"La
existencia de la Mujer Salvaje también se percibe a través de la
visión; a través de la contemplación de la sublime belleza. Yo la he
percibido contemplando lo que en los bosques llamamos una puesta de sol
"de Jesús Dios". La he sentido en mi interior viendo venir a los
pescadores del lago en el crepúsculo con las linternas encendidas y,
asimismo, contemplando los dedos de los pies de mi hijo recién nacido,
alineados como una hilera de maíz dulce. La vemos donde la vemos, o sea,
en todas partes.
Viene
también a nosotras a través del sonido; a través de la música que hace
vibrar el esternón y emociona el corazón; viene a través del tambor, del
silbido, de la llamada y del grito. Viene a través de la palabra
escrita y hablada; a veces, una palabra, una frase, un poema o un relato
es tan sonoro y tan acertado que nos induce a recordar, por lo menos
durante un instante, de qué materia estamos hechas realmente y dónde
está nuestro verdadero hogar."
Clarissa Pinkola Estés, "Mujeres que corren con los lobos"